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martes, 10 de enero de 2012

» "Watch her disappear", Tom Waits



Last night I dreamed that I was dreaming of you
And from a window across the lawn I watched you undress
Wearing your sunset of purple tightly woven around your hair
That rose in strangled ebony curls
Moving in a yellow bedroom light
The air is wet with sound
The faraway yelping of a wounded dog
And the ground is drinking a slow faucet leak
Your house is so soft and fading as it soaks the black summer heat
A light goes on and the door opens
And a yellow cat runs out on the stream of hall light and into the yard

A wooden cherry scent is faintly breathing the air
I hear your champagne laugh
You wear two lavender orchids
One in your hair and one on your hip
A string of yellow carnival lights comes on with the dusk
Circling the lake with a slowly dipping halo
And I hear a banjo tango

And you dance into the shadow of a black poplar tree
And I watched you as you disappeared
I watched you as you disappeared
I watched you as you disappeared
I watched you as you disappeared

jueves, 30 de junio de 2011

» "Despertando al monstruo", Rafael Lechowski

» "Aureola", Rafael Lechowski

Díganle al señor de la guerra,
Que moriré allí donde nací; en la tierra,
Tierra que antaño bebió de mis lágrimas,
Flor que se erguirá de entre mis cenizas
En este mundo donde el genio
sólo es comprendido por el genio,
en este ciclo eterno, como eterno es el último sueño
pero por el momento:
Hola bola de fuego aureola
Hola bola de fuego;
AUREOLA.

sábado, 25 de septiembre de 2010

» "Eso era amor", Ángel González

Le comenté:
- Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
- ¿Te gustan solos o con rimel?
- Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.

lunes, 19 de julio de 2010

» "Lolita", Vladimir Nabokov

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

sábado, 10 de julio de 2010

» "Sé tú mi límite", José Ángel Valente

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.


Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.


Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.


Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.


Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.


No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.

martes, 18 de mayo de 2010

» "Otra vez Amarilis", Márgara Sáenz

El tiempo ha pasado y vuelves a mi memoria.
Tu auto trepando hacia la sierra, la Cream-Rica
¿recuerdas?, volteando a la derecha, todos esos moteles.

Entonces éramos nosotros; no tú, no yo. Me quiérote,
te gózame, me amándonos, decíamos.

¿A quién llevas ahora? Contigo entre las piernas
¿quién pega de alaridos y triza los espejos
donde nos repetíamos bestiales y dulcísimos?

¿Qué otro vientre recibe tu miel mía, peruano? Di
qué frívola puta, qué sórdida hipócrita limeña,
qué casada cuidadosa del cornudo.

Hijo de perra, ¿lo haces? Pero allí no, nunca, con
nadie vuelvas a la habitación 35. Que se te
muera para siempre, que se te pudra si regresas.

Una vez dije allí no ¿recuerdas?, dije después
donde quieras. Tú me observabas igual que un
entomólogo, eras un médico lascivo examinando
una muchacha muerta de amor: no hables, eres
una muñeca, un cuerpo sin voluntad, y me
tocabas probándome y fui un durazno de esos
que se abren con la mano.

Un durazno, dijiste a mis espaldas, a la luz de la tarde,
separando con suavidad mis carnes, descubriendo
lo que ni yo conozco, mi zona más oscura, la que
guarda esa caricia atroz, obscena y tuya que no
olvido.

Júralo: no has de volver a esa cama con nadie. Me has
negado tu cuerpo, el que gustaba mirar impúdico y
erecto viniendo a mí, el tuyo que era el mío.
Concédeme esto entonces: anda a otro sitio a hacer tus
porquerías.

O vuelve a la habitación 35. El tiempo ha pasado, ya
no hay sino recuerdos y Amarilis qué puede sino
juntar palabras. Ahora somos tú y yo, no existe más
nosotros. Uno y uno, dos solos: yo y esa mierda que
tú soy y yo añoras, desgraciado.