
Me gustaría ser química para poder transformar la materia de las nubes en tierra, y así poder caminar sobre ellas.
Tales como este son los sueños dispares y difíciles que corrompen la racionalidad humana a lo largo de la vida, y por inercia, al transcurso de la historia. Quisiera ser, quisiera estar, quisiera saber… El ser humano es ambicioso, quiere demasiado en demasiado poco tiempo, y esto solo da lugar a demasiada decepción. La ambición no debe ser considerada un defecto siempre y cuando no se sacrifique el presente en pos de un futuro mejor. Sin embargo, el impuesto de ésta es una frustración creciente, al igual que el de la vida es el sufrimiento. Un precio que puede parecer demasiado costoso, pero que no dudamos en pagar. La morosidad en esos casos es una peligrosa decisión, pues significa un rechazo manifiesto a uno de los aspectos fundamentales de la existencia: el riesgo. La negatividad no es una opción, la testarudez no es un comienzo.
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