viernes, 30 de julio de 2010

» La dama y la muerte

Todos hemos oído alguna vez eso de: "yo lo que quiero es morirme ya" en boca de un anciano, ¿verdad? Pues bien, este corto abarca ese tema desde un punto de vista cómico y amable que a todos nos hará sonreír. Y es que ¿quién habría podido imaginar que la lucha entre la vida y la muerte estuviese tan reñida?

» Alma

Todo niño se muere por tener un juguete nuevo, pero a veces el ansia que nos ha de conducir a él es tanta que nuestros sueños se materializan. Cuidado con lo que deseas.

martes, 20 de julio de 2010

» Vae victis


Yo también arrastro una sombra amarrada a mis pies; aquella que respira, siente y se evade conmigo. Aquella que sólo sabe expresarse a través de líneas inconexas cuyos vacíos transmiten más que sus palabras. Cadencias de lo que un día fue muerto y ahora podrido, y espera sin tiempo ni lugar en el que situarse el verso en forma de latido.

Lázaro, deberían nombrarla.

lunes, 19 de julio de 2010

» "Lolita", Vladimir Nabokov

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

sábado, 10 de julio de 2010

» "Sé tú mi límite", José Ángel Valente

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.


Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.


Si tu acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.


Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.


Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.


No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.

viernes, 9 de julio de 2010

» Handry Santana

"El amor es un tóxico que envenena lentamente cada rincón de tu ser y cada espacio de tu alma, hasta verte rendido a sus pies... pero, ¿quién no quiere morir envenenado de amor?"

» Carencias abstractas (música afiliada)


Mi territorio es frío, escabroso, tan desolado que puede llegar a oírse un pétalo caer y abombarse sus fibras por el golpe; pero ausente en lo que a perfume se refiere. A veces se oye el murmullo supino del agua removida por los pasos de algún peregrino, abriéndose después camino entre las amapolas que velan el lecho del río. Y luego cesa, como la respiración de aquel cuerpo que ya no late.

La lluvia enamora mi piel una vez por semana, y me torno en desembocadura con sus caricias anhelantes. Aguda poesía la que entona tu voz entonces, al pronunciar mi nombre en palabras vanas.

- Nadie.

Un alma perenne, encerrada en la crisálida que forman los minutos fugitivos, gira la cabeza. Pero está sola de nuevo.


lunes, 5 de julio de 2010

» John Lennon

"Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la violencia se practica a la luz del día."

domingo, 4 de julio de 2010

» El contador de historias


"Quizá la fama sea el paraíso que muchos esperan al morir; yo me contento con que las larvas no aniden en mi cráneo. Puede que pienses – si es que todavía conservo la capacidad de hacer reflexionar a otros con mis palabras – que sólo son elucubraciones de un viejo amargado, y quizá, o mejor dicho, casi con total certeza, tengas razón. La vejez tiene ese efecto sobre las mentes de los grandes pensadores: todo termina pareciéndonos incómodo y banal. Algunos se van con la sensación de haber vivido en un mundo repugnante que lo seguirá siendo cuando ellos no estén; yo por mi parte, prefiero mofarme de él hasta que la muerte me invite a bailar con ella. A mis años el verso ya no cae al alma como al pasto el rocío, pues el pasto no es sino amarga estepa, y sólo tengo la ocurrencia de pensar que Dios debe sentir envidia de los mortales por el mero hecho de serlo y poder morir.


Los niños solían llamarme el cuentacuentos, los demás el contador de historias. Yo sencillamente me consideraba el Creador. Lo cierto es que siempre fui Lauro Benassi, sin sobrenombres fortuitos ni apelativos prejuiciosos."